Hace muchos, muchos, muchísimos años (30000, por lo menos), los hombres primitivos vivían en pequeños grupos, en cuevas donde se escondían de los animales peligrosos y se protegían del mal tiempo.
Los cazadores para saber cuántos animales habían abatido en la cacería marcaban con señales un palo.
Tuvieron que pasar muchos años para que el hombre fuera cambiando su forma de vida: de cazador y recolector, pasó a ser además agricultor y ganadero.
Y empezó a organizarse en tribus, con un jefe a la cabeza y a dividirse el trabajo entre los miembros de la comunidad. Los pastores, por ejemplo, se encargaban de guardar los rebaños, recoger la lana de las ovejas y su leche.
Pues probablemente, a lo mejor, según salía cada animal a pastar al campo, metía una piedra en su zurrón. Luego al encerrarlas de nuevo en la majada, tendría que coincidir la cantidad de animales con la cantidad de piedras guardadas
Tuvo que ser así, comparando cantidades, como el hombre comenzó a construir el concepto de número.
El concepto de número surgió como consecuencia de la necesidad práctica de contar objetos.
Los números son el alfabeto universal del lenguaje de las matemáticas. Las diferentes culturas han ido utilizando este alfabeto según iban descubriendo nuevos números.
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