martes, 18 de septiembre de 2012

                                     Vivir con sentido


domingo, 16 de septiembre de 2012

                                         LA   ALEGRÍA

                                              TODOS CONTENTOS 
  Érase una vez unos cordones de zapato que deseaban más que nada en el mundo convertirse en lazos para el pelo. Era como un sueño y se decían el uno al otro: Servimos para ello, pero nos tienen aquí abajo, condenados a tragar polvo , y encima nos obligan a estar siempre atados a estas dichosas zapatillas. Sólo se acordaban de ellos dos veces al día, cuando la madre de María le decía:
          - María, átate bien los cordones.
 O cuando su padre le decía por la noche:
          -  María, no te quites las zapatillas sin desatar los cordones.
María estaba muy orgullosa de sus zapatillas deportivas porque , según decía, eran de una marca muy conocida, pero los cordones de las zapatillas, que entendían mucho de est, no veían tanta diferencia con zapatillas de otras marcas.
A María le gustaba andar con ellas por el paseo de la playa y le gustaba aún más sentir que otros niños la miraban con envidia. Pero María no sabía que no miraban con envídia sus zapatillas, sino sus cordones. Llamaban la atención porque eran rosas y tenían pequeñas flores blancas y verdes. No eran unos cordones corrientes.
Los cordones tampoco sabían que les miraban a ellos; si no se hubieran sentido muy orgullosos y no hubieran querido ser otra cosa.
Un día María estaba jugando en el parque cuando se le acercó otra niña y le dijo:
            - Hola, me llamo Lara, ¿ te pedir una cosa?.
María conocía a Lara de vista porque solían coincidir en el parque. No era su amiga, por eso le extrañó que le pidiera algo, pero le preguntó con curiosidad:
            _ ¿ Qué quieres?.
            -  Me he fijado en tus zapatillas...
María interrumpió:
            _ Son de marca muy cara, son mejores....
Pero Lara no la dejó seguir hablando:
             - No, no me refiero a tus zapatillas, lo que me gustan son tus cordones. María se quedó muda: no entendía por qué Lara no sentía envidia de sus famosas zapatillas.
             - Verás – le dijo Lara-, a mí me dan igual las marcas, sólo quiero que sean cómodas. Pero me he fijado en tus cordones porque son muy bonitos y originales .
Los cordones seguían con mucha atención la conversación porque no estaban acostumbrados a que se hablara de ellos y, por sus caras, parecían muy felices. -            - ¿ Y para qué los quieres? - le preguntó María.
              - Quiero hacerme dos coletas y ponérmelos como lazos.
Los cordones estaban como locos: por fin su sueño se iba a hacer realidad, claro que... María todavía no había contestado ni que sí ni que no. Los dos miraron hacia arriba conteniendo la respiración mientras esperaban la respuesta.
             -  A mí me parecen unos cordones un poco chillones. Me los pongo porque me los regaló mi madrina, no es que me gusten mucho, pero ¿ qué me darías a cambio?.
Lara se puso a pensar: quizá le gustaría algún póster de los que tenía en su habitación o una diadema muy bonita que tenía en su joyero. No sabía qué ofrecer y se le ocurrió algo:
               - ¿ Por qué no vienes a mi casa y te enseño lo que tengo?.
Así podrías escoger lo que más te guste.
              Lara y María hablaron con sus madres y quedaron esa misma tarde.    
              Cuando María entró en casa de Lara se quedó muy sorprendida porque Lara compartía habitación con sus dos hermanas y sus posesiones se reducían a dos pósters – uno de planetas y otro de flores -, una caja de madera llena de baratijas, una preciosa diadema, algunos cuentos, ceras y un cuaderno de dibujo.
                 María cogió el cuaderno y lo miró y allí encontró algo que le llamó la atrención: había un maravillosos dibujo de una mariposa y enseguida supo que eso era lo que ella quería. Lo pondría en una pared de su cuarto, como si fuera un cuadro. ¿
                - ¿ Te gusta la mariposa? La copié de un libro que me dejaron en la biblioteca.
                 - Pintas muy bien, Lara, Si te parece, te cambio los cordones por el dibujo, pero no te los puedo dar ahora. Mañana te los llevo al parque y tú me traes el dibujo de la mariposa, ¿ de acuerdo?.
                  - De acuerdo.
      Si hubiera alguien capaz de oír hablar a unos cordones de habría quedado casi sordo del jaleo que armaron estos: estaban felices , su sueño se convertiría en realidad al día siguiente. Esa noche no pudieron dormir a pesar de lo cansadas que estaban las zapatillas de María de tanto correr y saltar.
       Cuando llegó la tarde, las dos niñas de encontraron en el parque para hacer el intercambio: Marís resplandecía de contenta llevando debajo del brazo su precios cuadro, pero también estaba feliz por haber encontrado una amiga.     
        Lara no tardó en hacerse dos coletas y ponerse los cordones como lazos. Su cara resplandecía y movía la cabeza para sentir cómo se movían sus dos coletas.
        Los cordones de zapato sintieron el cariño con que Lara los ataba a su pelo y vieron por fin cumplido su gran sueño. Ahora contemplaban otro mundo extasiados, porque desde arriba todo era distinto. Ya no tragarían más polvo ni estarían siempre cerca del suelo. Era un nueva vida, un nuevo momento para Lara, María y los cordones y todos estaban contentos.